GLOBALISMO DEMOCRÁTICO Y EL FUTURO DEL PUEBLO
AYMARA
Durante este nuevo milenio, pensar en el futuro del pueblo Aymara es pensar
en futuro de los nativos de las Américas.
En el caso concreto del pueblo Aymara, entre los muchos factores a
tomar en cuenta, está la reconstitución de los Ayllus en Bolivia. Carlos
Mamani llama a este proceso la política de la memoria, y Alicia Canaviri reflexiona el significado de ese proceso
para las mujeres[2]. En el momento en que fue escrito este ensayo, el pueblo Aymara, en los albores del siglo XXI
está principalmente reorganizándose y concentrando su lucha en torno al
significado del Ayllu.
Entre muchas cosas, la reconstitución de Ayllus significa un cambio de
sistema organizativo que pasa del sindicalismo impuesto a un sistema
indígena. Es una estrategia que utiliza
los símbolos de la identidad para empoderarse y comunicar mejor nuestras
demandas Aymaras en el campo del derecho internacional, como el importante Convenio 169[3] de la Organización Internacional de Trabajo. Más que una mera reconstitución de Ayllus, es el inicio de la
aplicación de mejores estrategias políticas válidas para el siglo XXI que den acceso al pueblo Aymara vías para
avanzar en sus derechos.
Al documentar la historia del
Convenio OIT 169, el académico Amerindio Robert William (1990) argumenta que
este es un resultado de las alianzas transnacionales y el trabajo de activistas
Amerindios de todo el hemisferio y de
fuerzas progresistas como organismos internacionales en Europa y los
Estados Unidos preocupados por el futuro de los pueblos indígenas. Éste es un
ejemplo de como un mundo, donde las alianzas trasnacionales van convirtiéndose
en una cosa clave de nuestro tiempo y en donde la centralidad de los estados naciones
es agotada gradualmente. Son estas
experiencias las que permiten afirmar que la globalización para los indígenas
de las Américas en realidad empiezan con el Convenio 169.
Aunque en muchos círculos políticos de
América Latina, el término globalismo es todavía controversial porque
dicotomiza lo nacional frente a lo global, para los pueblos indígenas entender
las muchas facetas de la globalización será clave en este nuevo milenio. Por lo tanto, la principal contradicción no está entre lo nacional y lo global sino más bien entre globalismo autoritario y globalismo
democrático. El primero es impuesto de
arriba para abajo por organismos y poderes internacionales y las fuerzas de la
economía mundial, en cambio el
globalismo democrático es más bien una
fuerza contestatária que viene desde
las bases y es promovida por
movimientos y coaliciones transnacionales[4]. Es decir que el globalismo lleva encapsulado un
contra-globalismo dentro su propio discurso hegemónico.[5] A este tipo de globalismo nos referimos
en esta propuesta. Argumento que
el futuro del pueblo Aymara, al igual que otros nacionalismos étnicos en
el mundo, y particularmente los pueblos indígenas de las Américas, estará estrechamente interrelacionado con el globalismo democrático
en el nuevo milenio. Las iniciativas e
ideas así como nuevos contextos que ofrezca la globalización pueden ser convertidas en herramientas
para la reproducción histórica de nuestro pueblo y no deberían ser
despreciadas. En este ensayo
argumentaré que la lucha del pueblo Aymara de Bolivia, Perú, Chile, Argentina y
el Ecuador así como la lucha de todos
los indígenas de las Américas puede ser enriquecida con la experiencia de otros
grupos subalternizados y naciones
originarias del mundo[6].
Entre esas posibilidades contrahegemónicas quiero mencionar las
siguientes:
Primero. En el otro lado del
mundo, los grupos subalternos, entre ellos los pueblos indígenas de India,
Malasia, y Australia en el siglo XX han
impuesto que los estados nacionales
tengan políticas preferenciales para resolver la falta de equidad entre
grupos étnicos distintos. Por ejemplo, Malasia tuvo una fuerte
migración china a principios del siglo XX y
ésta llego a constituirse un 45% de la población nacional. Esta nueva población venía con capital
económico , mientras que la población nativa era pobre. Entonces el gobierno Malayo creó un programa
de la acción afirmativa, según el cual
los malayos tienen cupos permanentes de representación parlamentaria y
participación en la administración de gobierno y que no pueden ser cambiados
por la influencia económica que los nuevos inmigrantes puedan ejercer durante
las elecciones nacionales de Malasia[7].
La misma situación tiene India donde uno de los grupos indígenas de ese
país ha sufrido una de las mayores opresiones en la historia de ese país. En la historia de la etnicidad de la India
se refieren a ellos como a la casta de los intocables, actualmente se la
llamada “clase programada”. Este grupo
étnico goza en el presente de las mismas políticas preferenciales que los
nativos de Malasia. Tienen para sus
miembros puestos de representación parlamentaria permanentes y que los
diferentes regimenes democráticos de ese país están obligados a llenar con
miembros de esa etnicidad.
Con estos dos ejemplos en India y Malasia podemos ver que los estados
naciones en otras partes del mundo, se han ocupado de solucionar las injusticas
históricas que hacen la historia de estos países multi-étnicos. La India, estado fundado en 1947, se
preocupó de solucionar los problemas de la larga historia multiétnica de ese
país. El estado Indio se ocupó de
solucionar problemas de segregación de etnicidades que se habían originado tres
mil años antes, problemas que se habían
originado antes de la fundación del estado Indio[8].
La acción afirmativa no sólo se restringe a la cuestión de representación
parlamentaria y representación en el gobierno, sino también abarca temas como
la educación superior, vivienda y trabajo.
En el campo de la educación superior, países como India y Australia
tienen becas permanentes y específicas para profesionalizar a los miembros de
los grupos étnicos beneficiados[9]. Lo mismo sucede en vivienda, existen planes
especiales que benefician a estos sectores en la mayoría de estos países. La garantía de trabajo para estos grupos es
también una cuestión clave en la India.
En Malasia la contra-parte, no indígena, está obligada a tener una
contra-parte local, es decir indígena, cuando inician un negocio.
La acción afirmativa parte del principio que la falta de equidad es un
fenómeno de origen histórico. Es decir
que determinadas condiciones históricas han colocado en la pobreza a ciertos
conjuntos humanos, y ésto se lo ha hecho con preferencia en nombre de la raza o
etnicidad y género del grupo subalterno.
Por tanto, una ley de acción
positiva busca controlar las condiciones que han originado esas situaciones
extremas de falta de equidad[10].
En países como en Bolivia ya existe un cierto tipo de acción afirmativa, y
la misma está expresada en las políticas preferenciales para mujeres en el
campo de los gobiernos municipales. Según la nueva ley de gobiernos
municipales, al menos el treinta % de los concejales deben ser mujeres. Sería importante que el movimiento indígena
y Aymara explore las potenciales de este tipo de políticas que son parte del
derecho internacional. Considero que
una ley de la acción afirmativa para los Ayllus y comunidades indígenas de
Bolivia tendría las siguientes ventajas:
En un país de escasas oportunidades aseguraría espacios permanentes para
la participación Aymara en los campos de educación superior con la inclusión de
la política preferencial en la asignación de
becas, participación en el gobierno municipal, y representación
parlamentaria. Este seria un camino
para cambiar quinientos años de historia colonial boliviana. El hecho que sólo dos mujeres Aymaras de
pollera han llegado al parlamento boliviano y
que sólo un vice-presidente indígena fue electo en todo ese tiempo podria ser cambiado por este método[11].
Segundo. En otros países como los
Estados Unidos, e Israel, la promoción
del orgullo étnico es otro campo importante para nuestra comunidad diezmada en
cinco países. En Israel, los niños
judíos estudian no solamente la historia del Holocausto Judío sino también la
historia de otros holocaustos como el Armenio[12]. Lo mismo sucede en el caso de la comunidad
Afro-Américana en los Estados Unidos que tiene un programa llamado "Mes de
la Historia Negra". En este último
caso, durante todo un mes se realizan una serie de actividades culturales y
educativas para mostrar la historia negra en los Estados Unidos, especialmente
en escuelas, colegios y universidades.
Ciudades con una mayoría negra, como Washington DC, celebran esa heredad
negra en el sistema de las escuelas publicas, y mediante estos programas los
niños aprenden desde la temprana edad a tener una identidad positiva sobre su
color de piel y su historia[13].
Este evento es tan importante en los Estados Unidos que se ha convertido en un
evento clave del mes de febrero.
Celebrar nuestra heredad Aymara permitiría en el caso de ciudades como La
Paz, Oruro, Puno, El Alto, Juliaca, Salta y Arica e Iquique construir fuerzas
contra-hegemónicas que enfrenten el proceso de domesticación étnica y que en
nuestros países se llama convertirse en mestizos. Renegar de la identidad étnica es expresado en factores
como el cambio de apellidos Aymaras en
La Paz, Bolivia. De acuerdo al
periodico “Presencia”, durante 1998, cada mes llegan a las cortes judiciales
300 solicitudes diarias para cambiarse de apellidos Aymaras y tomar apellidos
hispánicos. Ser Mamani, Quispe o
Condori es un marca étnica.[14]
En ese sentido es importante enseñar la historia y el holocausto del pueblo Aymara bajo
políticas etnocidas que nos ha tocado
vivir en los últimos quinientos años.
El imperalismo Inca empezó
imponiendo su lengua y cultura en el mundo Aymara en 1410[15],
inicio la diáspora Aymara, y la conquista española terminó consolidando ese
proceso, en parte del Bolivia y el sur Perúano.[16] La invasión europea acabó con cerca del noventa por ciento de
nuestro pueblo durante los primeros años de la conquista a causa de las nuevas enfermedades que trajeron los
consquistadores[17]. Millones de Aymaras murieron bajo el sistema
del trabajo obligatorio en las minas de Potosi en los siglos XVI al XVIII y que
particularmente afectaba al Kollasuyu
de entonces.[18] Por último, las políticas de homogenización
promovidas por los estados nacionales han entrenado a parte de nuestro pueblo para ser sepultureros de
nuestra identidad étnica.[19]
Un programa de orgullo Aymara, debe incluir las contribuciones Aymaras a las ciencias y la educación.
La historia de estos personajes suele ser clave en este proceso.
En la política, la historia de pensadores indios como Fausto Reinaga, Eduardo Nina Quispe y artistas como
Tito Yupanqui, Victor Zapana y Mamani Mamani.
Son algunos ejemplos que las nuevas generaciónes deben estudiar en las
escuelas.
La celebración del año nuevo Aymara puede
convertirse en el Día Internacional del pueblo Aymara y nuestro movimiento debiera trabajar ante la Organización de Estados Americanos y
los estados de Bolivia, Perú, Chile, Argentina y el Ecuador para que reconozcan
esa fecha en el calendario
internacional. “Orgullo Aymara” ya fue
iniciado en Cusco, Perú y los Aymaras de Puno han establecido su radioemisora
en Aymara en el corazón mismo del ex imperio inca y tienen un programa llamado “Orgullo Aymara” que tiene muchas
ideas en común con el nacionalismo Aymara en Bolivia. Los Aymaras de Cuzco también tienen un día especial para celebrar
su heredad Aymara y éste se llama
“almuerzo kolla”.[20]
Tercero. El estudio de la historia Judía puede proporcionar importantes
estrategias para potenciar la religión Aymara durante el siglo XXI. El pueblo judío sobrevivió cinco mil años de
varias diásporas y la religión fue una fuerza política y moral que los
cohesionó y evito su muerte en la historia.
Pero, particularmente la historia del pueblo judío durante el siglo XX
es muy importante para el futuro del pueblo Aymara. El pueblo judío revivio una lengua catalogada como muerta, el
hebreo, y la volvió en idioma oficial
de su estado. Los muros reconstruídos
del primer templo judío se convirtieron en el eje de la identidad Judía.[21] Finalmente, durante 1999, la religión que
más crecio fué la religión Judía en sus varias ramas y filosofías.[22] Es decir la religión Judía ha permitido
relaborar la identidad Judía y proyectarla hacia el futuro, mostrando así
que los pueblos oprimidos pueden tener esa capacidad de revivir en la historia,
siempre y cuando sepan “jugar” con los procesos sociales que les toca vivir.
En nuestro caso, la religión Aymara puede convertirse en importante fuente
alternativa de religiosidad y política
contestataria. La religión Aymara tiene
un discurso basado en el medio ambiente y
si bien mucho de su parte filosófica no está escrita, está parte
filosófica debe reconstituirse. El rol
que asígna el nuevo mundo globalizado y postmoderno a la religión debe ser
incluido en esta reformulación para que
la religión no sólo sea expresión de identidad sino que contribuya al avance de
la humanidad y que contribuya a reindianizar el mundo andino.[23]
La religión Aymara es una de las áreas donde precisamente el movimiento
Aymara está trabajando en este momento.[24] De acuerdo al periódico La Razón de septiembre
de este año, el coordinador del Consejo de Amautas Indígenas del Tawantinsuyu
ha anunciado el plan de reconstuir la pirámide de Akapana en el nuevo santuario
Aymara de Waraq Apachit Achachila, en
las proximidades de El Alto. Existen
varias organizaciones indígenas y Aymaras que trabajan esta temática en todo el
mundo andino, particulamente en Tiwanaku, la meca de los Aymaras y/o kollas del mundo.
Cuarto. Los Aymaras y los nativos de las Américas debemos estar particularmente alertas sobre los nuevos procesos históricos que América Latina vivirá en este nuevo siglo. Los estados nacionales formados para satisfacer el capricho de las élites provinciales del siglo XIX gradualmente morirán en este siglo. No desaparecerán por la voluntad de las armas, sino desapareceran por la fuerza de la historia. Su misión en el campo de la economía política está agotándose poco a poco y con ello está acabando el principal subalternizador de los indígenas de las Américas. Este será el proceso del cual el movimiento Aymara, junto a otras identidades subalternas emergerán en este nuevo milenio.
El proceso de globalización que está viviendo América Latina y
particularmente Sud-América a principios del siglo XXI es parte de la nueva
historia que el mundo vive en este nuevo milenio. Europa está concluyendo su unificación económica y luego
continuará con su unificación política.
Mientras que Norte-América tiene ya sentadas las bases de su proceso de integración. En el caso de Sud-América, este proceso ya
empezó con los esfuezos de integración del Merco-Sur y el Pacto Andino. En septiembre de este año, los presidentes
de los estados nacionales de Sud-América
han sostenido una reunión para discutir la globalización de
Sud-América. De acuerdo al presidente
del Perú, Alberto Fujimori, esa reunión fue el acta de fundación de los Estados
Unidos de Sud-América y este sera el futuro estado en el cual vivirá el mundo
Aymara del nuevo milenio[25]. Por
eso es importante que las instituciones Aymaras junto a otras organizaciónes de
grupos subalternizados se apropien de ese proceso.
Cuando estos estados nacionales gradualmente se sumerjan en el olvido, entonces las fuerzas del nacionalismo
amerindio emergerán de las ruinas de ese proceso. La fuerza subalternizadora de los estados nacionales de América
Latina se habrá acabado y habrá nacido la libertad para los identidades
indígenas y con ello la libertad del pueblo Aymara que ya no tendrá las barreras
de las fronteras nacionales que
fragmenten nuestra unidad. La religión
Aymara y su santuario religioso en Tiwanaku serán fortalecidos y las
instituciones Aymaras podrán consolidarse en su trabajo y habrán bases para que
surja una organización matriz de los Aymaras de Sud América. Esfuerzos
especiales deberían ser dedicados para que la presencia pan-Aymara empuje este
proceso y para no permitir que éste sea definido exclusivamente por las elites.
Quinto. Sin embargo lo más probable
es que la unificación del continente o al menos de Sud-América tome muchas
décadas y quiza todo el siglo XXI, y por eso es necesario que el movimiento Amerindio, el movimiento Aymara incluido, tendran que
afrontar otras tres tareas importantes en el contexto del modelo de estados
nacionales. Así, es necesario que el actual Convenio 169 sea
convertido en una Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de las
Américas, por que es necesario plasmar el Convenio de la OIT de acuerdo a las
características del continente y evaluar los alcances y logros conquistados en
este campo, y para lo cual hay que llevar el tema a la OEA.
Luego, es necesario promover junto al movimiento obrero del continente que una democracia parlamentaria reemplaze a
la democracia presidencialista. Este
sistema permite un mejor control y participación de la sociedad civil. Además,
la democracia parlamentaria suele responder mejor las necesidades de países
multiétnicos como Bolivia, Perú y el
Ecuador. En ese sentido, la India constituye un otro ejemplo que puede
aprovecharse y de este modo romper el monopolio presidentalista que caracteriza
a América Latina. La Gran Bretana es otro ejemplo, del cual se puede aprender
mucho. Apoyar la emergencia de regímenes
parlamentarios es una cuestión clave.
Por otra parte, en las nuevas condiciones históricas de este nuevo milenio y como parte
fundamental de nuestros derechos humanos, tarea central para las generaciones
Aymaras del siglo XXI es lograr la autonomia del pueblo Aymara por que como
nación originaria necesitamos crear nuevos referentes de comunidad imaginada[26]
La larga historia colonial que
vivimos ha hecho que los aspectos culturales andinos y la misma lengua no
tengan actualmente la hegemonía que
tenían estas fuerzas en el mundo andino de principios del siglo XX. Requerimos dotarnos de otros referentes de comunidad imaginada que sean posibles en
el sigo XXI. La peor tragedia sería que
ya no nos imaginemos[27]
como nación Aymara y si alguna vez sucede eso, no solamente se habra
consolidado un proceso de domesticación racial que nuestro pueblo sufre desde
el siglo XVI, sino que habrá
consolidación en esta parte del mundo
de la supremacía blanca que en su versión mestiza ha buscado uniformarnos bajo
el discurso de los estados nacionales en solamente “bolivianos”, “peruanos”, “chilenos”. Por eso es clave que encontremos nuestro thaqi hacia la
autonomía, y en ese sentido existen muchas experiencias de
autonomía en el mundo que debemos estudiar y aprovechar. Las más conocidas están en España y
Suiza. Pero tambien hay en Rusia y China. En ese último país la
experiencia del pueblo Uyghurs y su autonomía en la region Xinjiang son
importantes a tomar en cuenta.
Sexto. Las estrategias políticas
del pueblo Aymara y la de otros pueblos Amerindios debe incluir perspectivas globales. En realidad
debemos aprender de nuestra propia historia en este aspecto, Gregorio Titirico
y Toribio Miranda en la primera mitad del siglo XX en Bolivia, lejos de acudir a las agencias de gobierno nacional, recurrían a las embajadas de otros países
estratégicamente seleccionados, como los Estados Unidos y Chile para que hablen
por ellos ante el gobierno boliviano[28], por que frecuentemente no eran escuchados
por los gobiernos y en ese tiempo ni siquiera existía el Convenio 169.
En el mundo globalizado e interdependiente, las organizaciones indígenas
deben permanente llamar el interés de poderes internacionales como los Estados
Unidos, La Unión Europea y especialmente China, en el tema de los derechos
indígenas. De acuerdo a muchos
especialistas este último país gradualmente tomará más fuerza en este milenio y
cobrará hegemonia mundial en el siglo XXII.[29] Respecto
a la formación de nuevas identidades en el nuevo milenio es importante
tener en cuenta que de acuerdo a recientes
descubrimientos arqueológicos los indígenas de las Americas
compartíamos una heredad histórica
común de hace once mil años con naciones originarias que hoy en día están
ubicadas en China[30]. En más de una ocasión embajadores bolivianos
en China, han publicado artículos en periódicos bolivianos de la década de
1990 documentando el parecido del
pueblo Aymara de los Andes con los pueblos del
Tibet y otras partes de
China. Esfuerzos importantes deben
trabajarse para acercar China a los Amerindios, particularmente al pueblo Aymara de Sud-América. Existe especial necesidad de estudiar
nuestras raíces históricas comunes, y que entre factores puede estar
ligado al imperio Mongol. Estos
estudios deben mostrar las conexiones de los Amerindios con la antigua China en
los campos lingüísticos, heredad racial y cultural.
Septimo. El discurso político
Aymara debe continuar renovándose de acuerdo a las nuevas condiciones políticas
del mundo. Así, la historia Aymara del
siglo XX es un ejemplo de este funcionamiento.
Eduardo Nina Quispe desarrolló la idea de construir la republica del
Kollasuyu como una manera de renovar Bolivia[31]. En ese proposito, Nina Quispe imagina el
futuro Aymara e indígena en los parámetros de la idea de bolivianidad de las
décadas de 1920. Andres Jachakollo desarrolla la idea de los “resguardos indígenas” en el marco de lo que signficaba
el discurso indio de la decada de 1950.[32] Jachakollo imaginaba la lucha indígena en el
marco de lo que era posible en la Bolivia de la revolución nacionalista que
llevó adelante uno de procesos más
sistemáticos no violentos de limpieza étnica en la segunda mitad del siglo XX
en la historia de América Latina[33]. El movimiento katarista usó el concepto de
colonialismo interno para expresar el problema de las naciones originarias en
un contexto donde el discurso mestizo tendia a afirmarse[34]. Por lo tanto el discurso Aymara e indígena
siempre ha sido un producto del contexto social de la epoca y producto de lo
que era imaginable pensar en ese contexto social.
Al respecto, una preocupación mundial en el siglo XXI es acabar con el racismo, y
este proposito toma diferentes rostos de acuerdo a las características
de cada país o región. En ese sentido,
muchas prácticas racistas que en otras partes del mundo han sido abolidas en
países como Bolivia aún existen. Por
ejemplo es percibido como algo “natural” que exista un apartheid en las elites
políticas. Las cúpulas políticas son exclusivamente mestizas y casi no existen
Aymaras e indígenas en las altas jerarquías de los partidos políticos
bolivianos. La composición del Congreso Nacional boliviano no guarda
ninguna relación con la composición
multiétnica del país. Este apartheid es
vivido como algo casi natural en Bolivia y no hay esfuerzos orientados a
cambiar esa realidad.
En ese sentido la experiencia de
países como Sudáfrica puede ser útil para países como Bolivia. Sudáfrica tiene diferentes mecanismos para
acabar con el apartheid en diferentes esferas y una de ellas es el mundo del
gobierno[35]. En
Bolivia, se necesitan leyes que obliguen a que las elites políticas tengan una
composición multiétnica en las jerarquías de los partidos políticos.
Por otra parte, el sistema
educativo de primaria, secundaria y universitario debe ser reformulado para producir líderes e intelectuales que expresen la voz y las necesidades
Aymaras e indígenas. El intelectual
Amerindio Demetrio Cojti expresó bien la naturaleza de las universidades
publicas de America Latina como diseñadas para domesticar y entrenar a la
desindianizacion mediante un proceso de
colonizacion de las mentes de las juventudes indígenas[36]. El sistema educativo, particularmente las
universidades públicas en Bolivia estan diseñadas para producir sepultureros de
nuestra heredad histórica. Es una
fabrica[37]
de “mestizos” que en el caso boliviano no solo consolida el apartheid político sino que reproduce y expresa
los valores de la supremacia blanca y
enseña a ver la subalternización indígena como algo natural.
En ese sentido, la creación de universidades Aymaras es una verdadera prioridad para que
produzcan líderes e intelectuales que expresen la voz y las necesidades
Aymaras. En países como Bolivia no existe una producción sistemática de
intelectuales indígenas y por eso existen muy pocos intelectuales Aymaras,
mientras que los sistemas nacionales de universidades producen sistemáticamente
intelectuales mestizos. En ese sentido las universidades indígenas o
étnicas son una alternativa para el pueblo Aymara. Un ejemplo, es la primera
universidad indígena de América Latina en Guatemala, Centro America, la
Universidad Maya fué iniciada con apoyo de la Unión Europea y los Estados
Unidos a fines del siglo XX. Otro ejemplo, son las universidades
Afroamericanas en los Estados Unidos, especialmente Howard Universidad en
Washington DC y que es la universidad Afro más grande del mundo. Estas
universidades proporcionan intelectuales y líderes desde una perspectiva
étnica.
Por lo tanto, en este trabajo he llamado globalismo democrático al arte de
aprovechar la experiencia de otros grupos subalternizados y una activa
presencia en los procesos históricos
contemporáneos como una alternativa para enriquecer nuestros procesos
contra-hegemónicos. En otras palabras eso es practicar un globalismo
democrático y que puede ser altamente
efectivo para la reproducción histórica del
pueblo Aymara.
De acuerdo a Raymond Williams (1973) el primer factor que hace la historia
contemporánea es la interdependencia entre el campo y las ciudades y ésta
se refleja porque se influyen
mutuamente y se interconectan en un proceso dialéctico. Por lo tanto, mientras el movimiento Aymara
no se extienda con programas destinados a reindianizar las ciudades la
efectividad estará en riesgo. Además,
el activismo en las ciudades no solamente frenará los procesos de
domesticación, como el mestizaje; sino
debido a que existe ese proceso de inter-dependencia entre el campo y la
ciudad, entonces las ciudades enriquecerían con mayores flujos de intelectuales,
organizadores y líderes a la causa de nuestro movimiento.
Si bien el globalismo democrático
puede proporcionar métodos efectivos
para diluir quinientos años de etnocidio, este proceso no podrá ser logrado si
no se construyen alianzas con las
nuevas identidades que gradualmente van surgiendo en Sudamérica. Por una parte, el destino del pueblo
Aymara está empalmado con las naciones originarias de las Américas, y es
particulamente indisoluble la unidad con el contemporáneo pueblo Quechua o Inca de Perú, Bolivia,
Ecuador y Colombia. Por otra parte, se
necesitan alianzas con el movimiento feminista y con otros grupos e identidades
del mundo postmoderno. La clave para
todo esto es un profundo respeto a estas otras identidades y a las distintas contribuciones que al movimiento puedan realizar otros pueblos y
grupos subalternizados. Antonio Gramsci
(1973) ha llamado a procesos de esta naturaleza la construcción de un proceso contra-hegemónico y que consiste en la conquista de la
sociedad civil con ideas y discursos sociales y alianzas.
Finalmente, es importante establecer el significado del nacionalismo Aymara
y de otros nacionalismos étnicos en un
mundo globalizado y que incluye una potencial Sud-América unificada. En ese nuevo contexto los nacionalismos
étnicos, como el Aymara expandidos principalmente entre Bolivia, Perú y Chile,
emergerán como un nuevo referente de la comunidad imaginada[38]
por que las referencias de los estados nacionales estará ya agotada, entonces
las pertenencias étnicas serán reafirmadas[39].
El nacionalismo Aymara y los otros
nacionalismos indígenas no son un sinónimo de una ideología campesina, ni mucho
menos es énfasis de ruralidad, sino más bien es un acto de liberación de un
pueblo que ha sido sistemáticamente entrenado para ser sepultero de su propio
destino durante los últimos quinientos
años[40]. Es un acto de rechazo a la materialización de las políticas raciales
que bajo el discurso de nación tienen el
propósito de convertirnos en mestizos[41]. El nacionalismo Aymara es una política de la identidad para
reafirmar nuestra heredad, que ha estado por milenios en esta parte del mundo.
. Es una energía transnacional y contrahegemónica destinada a promover el
avance del continente[42]. En el contexto global, el nacionalismo
Aymara está orientado a trabajar por mejores niveles de equidad en el mundo,
y de este modo asegurar que los
discursos de supremacías raciales nunca más se consoliden en la historia de
humanidad.[43].
[1] Fundador de la Fundación
Kechuaymara y miembro de la Fundación Indígena Amauta.
[2] Los trabajos de Alicia Canaviri y Carlos Mamani están incluidos en esta
edición.
[3] El Convenio 169 redefine las relaciones entre estados nacionales y
naciones originarias y fue aprobado por la OIT en junio de 1989. En materia de derecho internacional, este
convenio sustituye al Convenio 107 de
1959 y que tenía un discurso
integracionista impuesto por los estados nacionales.
[4] Falk, 1990.
[5] Brysk, 2000
[6] Los kollas de Argentina son miembros del Parlamento del Pueblo Aymara con
sede en El Alto, Bolivia. En Ecuador,
los Salasacas fueron llevados a esa región por los Incas, durante la diáspora
Aymara del siglo XVI(Brisky 2000). Los
Salasacas y otros grupos de habla quechua que se llaman a sí mismos como
descendientes de bolivianos tienen varias páginas del internet donde hablan de
su historia Aymara.
[7] Shastri, 1993
[8] Sunita, 1997
[9] Sowel 1983, Sunita 1997
[10] Ezorsky, 1991
[11] Me refiero a Victor Hugo Cárdenas.
[12] New York Times, June, 2000.
[13] Bracey, 1970.
[14] Otra importante marca étnica es la segregación por el tipo de contexto
laboral. Como existen fronteras
laborales, los niños y jóvenes ocultan su identidad cuando ejercen trabajos que
los identifican con su condición étnica.
Así por ejemplo los niños lustrabotas cubren su cara para que su raza no
sea discriminada. Lo mismo sucede
cuando los jóvenes se introducen, no mencionan su apellido Aymara, para evitar
que las relaciones sociales no sean sesgadas por su identidad étnica.
[15] Klein, 1992.
[17] Cook,1998: 15-60)
[18] Zulanwski, 1995.
[19] Luykx, 1999.
[20] Tomoeda y Flores Ochoa, 1992.
[21] New York Times, Junio, 2000
[22] New York Times, Diciembre 1999.
[23] Este proceso de reindianización
es en realidad parte de un proceso mayor de la sociedad
post-moderna. Juan Pablo II ha propuesto
la necesidad de reevangelizar el mundo de otras maneras. Así mismo autoridades islamicas en Argelia
están pensando como la globalización afecta al Islam y como está religión debe
“re-musulmanizarse”.
[24] Andres Jachakollo, el hombre que unió el
movimiento Aymara de la primera
mitad del siglo XX con el movimiento Aymara de fines del siglo XX, presidió en la década de 1990 el
establecimiento de la primera red de religión indígena. A principios del siglo XXI, el Consejo Indio
del Tawantinsuyu, encabezado por Victor
Machaca está continuando este trabajo.
[25] La Razon, Septiembre, 2000.
[26] Anderson, Benedict, 1991.
[27] Minh-Ha, 8:1991.
[28] Arias 1994
[29] New York Times, Enero,
2000.
[30] New York Times, Septiembre,
2000.
[31] Mamani, 1992
[32] Arias 1994. Jachakollo llamaba a
esta idea de resguardos indígenas como “chullpa puchus” y “montepuchus” y
“qhuchapuchus”.
[33] “Una homogenización étnica mas bien blanda, básicamente definida como una
política de mestizaje y "mejoramiento
de las razas”’(Calla18:1999)
[34] Cárdenas, 1989.
[35] Fredrickson, 1995
[36] Cojti, 1991
[37] Luyky, 1999.
[38] Anderson, 1991.
[39] Brysk, 2000
[40] Luykx, 1999 y Calani 1996, Cojti 1994 y 1997.
[41] Gould, 1998, and Nelson
1999.
[42] En Bolivia, Franz Tamayo definió
al indio como una “energía nacional” a principios del siglo XX.. La política Aymara no sólo es fuerte en
Bolivia sino también en Perú y Chile en donde existen importantes
organizaciones Aymaras (Albo 1999, Tomoeda, 1992 y Tamayo1979).
[43] Stepan,1991.